El Coliseo de Roma

Si hablamos de Roma, hablamos del Coliseo. Esta colosal estructura de la antigüedad que es elegida como uno de los símbolos del mundo antiguo fue construido para dejar claro algo al mundo entero: La Ciudad Eterna reinaba sobre todos. El Coliseo (o anfiteatro Flavio como se denominó por su fundador) es el mayor edificio construido para producir las famosas luchas de fieras contra gladiadores romanos y prisioneros del imperio.
El Coliseo de Roma

Fue construido en sólo ocho años (72-80 d. C.) por la dinastía Flavia sobre el solar que ocupaba el lago artificial de la Domus Aurea. Nerón al incendiar Roma  en el año 64 d. C. dejó el espacio necesario para el Coliseo.  Para su inauguración se celebraron cien días consecutivos de espectáculos.

Las 60.000 personas diarias que colmaban tamaño edificio (se tardaron siglos para volver a hacer estadios del tamaño del Anfiteatro Flavio) ingresaban a través de ochenta arcos numerados que eran abiertos a nivel del suelo y después de haber pasado el día completo podían evacuarlo completamente en sólo veinte minutos.

La programación era completa y vista a los ojos de hoy, macabra: cacerías de fieras por la mañana, ejecuciones de condenados al mediodía y combates de gladiadores por la tarde. En los tórridos días de verano el público se protegía del sol con una especie de entoldado confeccionado con 240 velas por marineros de la flota imperial.

La zona de subsuelos, como bien se puede ver en películas alusivas como "Gladiator" en el centro del campo de arena y se destinaba a las jaulas de los animales y a las instalaciones y estaban armadas con un sobre techo de madera que escondía la arena que observaban los espectadores.

Luego de la caída y decadencia del Imperio Romano, el Coliseo fue utilizado de varias maneras. En la Edad Media fue convertido en fortaleza y luego utilizado como depósito de materiales con los que se construía la nueva Roma. El saqueo hizo que se vayan fuesen sacando las grapas metálicas que unían los bloques de roca travertina y fueron así quedando al descubierto las aberturas que hoy conforman la imagen tradicional.

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